Aunque la conexión profunda entre dieta y cerebro aún está sin desvelar, hoy sabemos que diversos nutrientes y otras sustancias pueden producir efectos positivos en la capacidad cognitiva. Dada la gran actividad metabólica, el cerebro es especialmente vulnerable al daño oxidativo, y la vitamina E antioxidante en particular puede proteger al cerebro del daño causado por mecanismos oxidativos e inflamatorios. Sin embargo, no hay pruebas de su eficacia en la prevención o el tratamiento del alzheimer
Otro buen ejemplo son los ácidos grasos poliinsaturados omega-3
de cadena larga, esenciales para la función cerebral, especialmente el
ácido docohexaenoico (DHA). La literatura científica sugiere que el
neurodesarrollo y las capacidades cognitivas también se ven mejoradas
con la ingesta temprana de DHA. No obstante, aún faltan pruebas de
calidad que respalden el papel de la ingesta de DHA en la mejora del
aprendizaje o el comportamiento de los niños en edad escolar. Sin
embargo, están empezando a aparecer datos sobre la importancia potencial
de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de cadena larga para una
buena salud cognitiva en la edad madura.
Nuestro estado de hidratación también
puede influir en la capacidad cognitiva. Cuando el organismo pierde más
del 2% de líquidos se produce una disminución en el rendimiento mental,
afectado a la capacidad de atención, la memoria a corto plazo y la
concentración. La deshidratación altera
el conjunto de procesos mentales que intervienen en la inteligencia y
la rapidez perceptiva. La deshidratación cerebral produce modificaciones
significativas en la función cognitiva (percepción, atención, memoria,
pensamiento y lenguaje). Además, afecta a la coordinación motora, el
tiempo de reacción y la discriminación perceptiva. Una deshidratación
leve también altera de forma especialmente negativa a la función
cerebral de los ancianos.
En el área hidratación-función cognitiva también se ha de tener en cuenta la hiponatremia o
intoxicación acuosa, que produce hiperhidratación neuronal y cuya
gravedad vendrá determinada por la magnitud de la propia hiponatremia,
la velocidad de instauración y la edad del paciente. La hiponatremia
asociada al ejercicio (HAE) se produce principalmente en actividades
deportivas de larga duración, cuando a la eliminación de grandes
cantidades de sales a través del sudor, se unen los deportistas que
ingieren un exceso de líquido pero sin el aporte suficiente de sodio.
Igualmente, determinados déficits vitamínicos se
han asociado a alteraciones neurológicas. Las deficiencias de B12, B6 y
folato pueden conllevar una acumulación de homocisteína que aumenta el
riesgo de enfermedad cerebro-vascular. De hecho, existen evidencias
epidemiológicas que relacionan la enfermedad de Alzheimer y la demencia
vascular con la homocisteína, como factor independiente de riesgo de
dichas dolencias.
En cuanto a la cafeína,
produce sobre el Sistema Nervioso Central (SNC) activación motriz,
despertar y efectos reforzadores. Un hecho importante dado su potencial
terapéutico, es que el consumo de cafeína produce más efectos
beneficiosos sobre la capacidad de atención y la memoria cuando éstas
presentan alteraciones o disfunciones, bien al aumentar la edad, o
cuando existe estrés, fatiga, falta de sueño, etc. Las pruebas
preliminares sugieren que un consumo moderado de cafeína podría ayudar a
reducir la incidencia de la enfermedad de Alzheimer.
Médico especialista en Endocrinología y Nutrición
Fuente: Confeafa
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